Optimismo Adaptado

La actividad en la que ahora estamos inmersos los que estamos realizando el MOOC de "Habilidades para la vida y alfabetización emocional en contextos educativosnos piden hacer un dos acciones que podríamos emprender para poner a prueba nuestra adaptabilidad y desarrollar el optimismo.


Ser adaptable supone algo más que adaptarse al cambio. Implica mantener la calma, persistir ante las dificultades, aceptar la incertidumbre, asumir nuevos retos sin pensarlo demasiado o estar abierto a las novedades y los imprevistos, evitando hacer declaraciones infundadas tales como “esto es imposible” o “yo nunca podría hacer esto”. En otras palabras, ser adaptable también supone estar dispuestos a ir más allá de lo que creemos que es posible o somos capaces de hacer.

Pues el reto que me he propuesto estos días, para lograr la adaptabilidad lo he tenido claro, dejar el último ratito de las sesiones de apoyo para realizar pequeños juegos de socialización, de pensamiento lógico, de inteligencia múltiples, de inteligencia lateral, de juegos simbólico, de interacción conmigo o con sus compañeros.
Me explico. Soy PT y todos los días tengo grupos reducidos de niños y niñas con necesidades educativas especiales. Y el trabajo que hago con ellos es intenso y permanente. Intenso porque suele ser mínimo una hora al día y meto toda la caña que puedo para que avancen lo máximo posible y permanente, porque la exigencia es individualizada pero siempre se les pide el máximo para las posibilidades de cada uno.


Pues como cual metamorfosis hace un gusano a mariposa, me he replanteado todo y creo que el disfrute y el juego estructurado y educativo tiene que entrar en mi metodología diaria. Puede que tengan necesidades educativas y  más dificultades, pero no podemos perder el norte y tenemos que recordar que son también niños y niñas y que jugando también se aprender. 

Por ello, mi adaptabilidad se va a basar en ellos, en dejar todos los días los últimos 5-10 minutos para hacer algún juego de mesa, en la pizarra, en la mesa, pintar,... compartir un rato de juego con ello, que incluso disfrutando puedan aprender pequeños objetivos que no tiene, posiblemente, nada que ver con lo que hacen en clase, pero que tienen que ver con la relación humana y social de las personas, aprendizajes para la vida.


El optimismo. El optimismo es un ingrediente esencial a la hora de mantener el empeño para alcanzar nuestras metas y afrontar las dificultades con buen ánimo y perseverancia.


Para implementar un dosis buena de optimismo he creado el pasaporte del optimismo. He creado un pasaporte con cuadrículas en las que todos los días iré poniendo cosas buenas que han hecho mi alumnado ACNEE, mientras a estado conmigo. Además usaré los típicos sellos de recompensa para ayudar a dejar reflejado lo bueno que han hecho algo. Ensalzando acciones positivas.

Reflexión.

Poco llevo haciendo esto, pero en estos dos días que llevo desarrollando los juegos de mesa con ellos (luego iremos haciendo otras cosas, acabamos de empezar) y con la recompensa motivadora de ensalzar lo positivo. He descubierto que están con más ilusión por hacer la tarea, por leer más y mejor, por esperar qué vamos a hacer juntos, que nuevo juego vamos a desarrollar, cómo pueden esforzarse,...

Estas acciones han desencadenado nuevas actitudes y han sacado en ellos nuevas emociones e incluso puedo decir, que si antes venían contentos y con ganas a mi aula, ahora vienen con mayor ilusión y hasta con nervios de qué les espera cuando acaben.

Todo mejora con la actitud y con los cambios positivos, creando un ambiente aún más distendido y con recompensa final. 

El pasaporte ha sido un acierto, lo hemos pegado a la agenda del cole y estos días están tan entusiasmado con ello, que llevan a todos los lados su agenda para enseñar sus sellos. Lo que escribo sobre lo bueno que han hecho, no lo lee, varios de ellos, pero les digo lo que pone y se lo explican a su maestra con un orgullo que jamás les había visto.

Jugar aprendiendo, aprender jugando.



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